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Entre la lucidez y la alucinación, entre lo imaginario y lo real, entre el sueño y el despertar, entre lo orgánico y lo inorgánico, entre lo racional y lo fantástico o incluso mucho más allá de todo ello, en las regiones remotas de la mente, dónde las dimensiones son más de tres, se encuentran los Multiversos de Goñi.

Estos universos coexistentes perviven a cada instante, son creados y recreados en cada intervalo temporal con obstinada persistencia. De la coexistencia de estos universos híbridos nacen seres fantásticos, escenas mágicas, mundos plagados de acontecimientos superpuestos en poética expresión. Pretendemos internarnos en estos mundos, en estos universos multidimensionales más allá de lo físico y reestablecer el puente que los conecta con nuestra contemporaneidad. La visión habitual no nos sirve, no es válida en este tiempo, los paradigmas sociales tampoco son adecuados para afrontar una realidad poliédrica, compleja, sofisticada y banal.

Debemos emprender el camino hacia los horizontes intangibles de un espíritu que conspira por brotar en medio de la reinante y espesa niebla. Mundos dentro de mundos buscando mundos mayores, reinventando la experimentación de la propia conciencia. Abominamos, como Lorenzo Goñi, de fama, riquezas, reconocimiento social, exposición pública, publicidad, éxito, prestigio y gloria. Desterramos de nuestro ideario popularidad, renombre, reputación y honores cualesquiera, no nos interesa medrar, sobresalir ni prosperar a toda costa. Convencidos como estamos de que el verdadero progreso es evolución legítima, no nos interesa el beneficio espurio ni el arte como cuenta de resultados.

Reivindicamos un arte alejado de la seducción de la fama, un arte libre por tanto, no sujeto a los convencionalismos del mercado, exento de tributos, alejado de todo portazgo, sin cargas, cánones ni tasas. Un arte que se mira en sí mismo con púdica pasión, como pulsión interior de búsqueda de lo abstracto en lo concreto, como aventura de exploración en los confines más remotos de la mente, como lance en la periferia del alma. Queremos comprender el espíritu inquieto y atormentado que apuntó

“ No había más senda posible que la satra y  entes nebulosas de la imaginación. Un cuadro de tela o blanco papeles como una invitadora ventana . No hay más que saltarla y deambular. Lo demás importa poco.”

Queremos viajar a los mundos estéticos sin retorno, a las regiones de las que provienen los sueños, y soñar esos mundos soñados que aparecen y cobran vida primero en la mente del creador y más tarde en su obra artística, senderos creativos cuyo recorrido nos ofrece la experiencia del viaje a los universos insondables de la creación.

Reclamamos nuevas metas, nuevos objetivos, alejados del maniqueísmo reinante, de la aplastante practicidad que nos invade, que nos sepulta bajo toneladas de comercial ociosidad, que nos aprisiona en millares de deseos de posesión, que nos catapulta hacia la búsqueda de fama y de público reconocimiento sin sustento en nada cierto. Para nosotros el arte también es reivindicación, lucha y disentimiento con lo establecido. Este es el entorno de actividad de las vanguardias. Vanguardias artísticas alejadas del poder comercial dominante, de las corrientes deterministas y voraces, equidistantes del epicentro, distanciadas de lo convencional.

Este es también el legado de Goñi, un ser escapista y comprometido con su propia creación, con su propio modelo, con una personalísima visión paradigmática de creador ensimismado y sin engolamientos, desprovisto de cualquier tipo de ego. Unir estas dos visiones, promover estos dos encuentros: hoy y ayer, pretérito y presente continuo, vanguardia con siglo XX, la huída del genio viejo con el encuentro del genio que comienza, la aventura de la investigación, de la búsqueda de preguntas, la interrogación de las respuestas.

Esta es la pretensión de esta muestra, al menos una de ellas, las otras se esconden en los rincones desconchados de las salas de La Neomudéjar, en los pliegues de los lienzos, bajo la capa de pintura de las obras, y esas otras intenciones, tal vez perversas, quedan como propuesta abierta para el espectador consciente que quiera o pueda verlas.